La verdad es que jamás presencié la ira en estado puro hasta que me convertí en madre de niños pequeños. Mis hijos, que ya son un poco mayores, no eran muy propensos a los berrinches, pero cuando lo hacían, lo hacían con todo: gritos, sollozos, sacudidas de todo el cuerpo… todo.
Afortunadamente sus respectivos exabruptos eran breves. Digo “afortunadamente” porque no hice mucho por aplacar sus estallidos. Me desconcertaban sus ataques de ira y a veces me preocupaba qué tipo de personas estaba criando.
“A muchos nos enseñaron que la ira es mala, y que demostrar que estamos enojados y expresar nuestros sentimientos también lo es”, afirmó Jazmine McCoy, psicóloga infantil y familiar y autora del libro The Ultimate Tantrum Guide, una guía para lidiar con los berrinches.
No obstante, la ira no es mala, señaló McCoy; expresarla tampoco es intrínsecamente peligroso o irrespetuoso. Aprender a manejar la ira es una habilidad para toda la vida que les permite a los niños funcionar en casa, en la escuela y en el mundo sin perder el control. Además, es una habilidad que los padres pueden ayudar a fomentar en sus hijos, incluso desde bebés e infantes, al alentarlos a desarrollar válvulas de escape y modelar formas de afrontamiento.
No tengas miedo a los berrinches
Al hablar de los niños y el enojo, puede ser útil recordar hechos muy sencillos: en primer lugar, la ira es una emoción humana básica; en segundo lugar, las emociones existen para hablarnos de nosotros mismos y de nuestras relaciones, explicó Dave Anderson, psicólogo clínico y vicepresidente de programas escolares y comunitarios del Child Mind Institute, una organización sin fines de lucro que ofrece terapia a niños y familias. Las emociones pueden ayudarnos a responder dudas básicas: ¿Qué nos gustaría tener en abundancia? ¿Qué cosas nos gustaría que ya no ocurrieran?
Recordar que el enojo es un aspecto intrínseco del ser humano puede ayudarte a responder ante la conducta de un niño desenfrenado con una actitud compasiva en vez de crítica. Gritarle a un niño (que a su vez te grita a ti y al mundo) solo agravará la situación.
“Algunas emociones son bien estresantes, como el miedo o el enojo”, dijo Anderson. Los padres deberían buscar ayudar a los niños a procesar dichas emociones de forma saludable, añadió. “La clave es que queremos ser capaces de asegurarnos de que puedan hacer lo que tienen que hacer en la escuela, con la familia y en situaciones sociales sin que la reacción a sus emociones los entorpezcan o se les dificulte formar relaciones positivas”.
Fuente: nytimes.com