Ser un cuidador significa estar a cargo de otra persona que necesita asistencia para continuar con su desarrollo; ya sea porque no ha logrado cierta madurez, ha sufrido una lesión, está enferma o tiene una discapacidad, este apoyo puede brindarse a un niño, adulto o persona mayor.
La loable labor de un cuidador puede llegar a ser gratificante porque implica sostener a alguien más, al mismo tiempo que se nutre la relación entre los involucrados. Para realizar esta tarea pueden existir distintos tipos de motivaciones, pero sin duda requiere de tres grandes cualidades: altruismo, para mantener el bienestar de la otra persona, empatía para comprender sus necesidades, intereses y emociones, también generosidad como una muestra de afecto inigualable. En ocasiones cuidar es sinónimo de reciprocidad hacia alguien que ha cuidado de nosotros en otro momento.
Estar a cargo de una persona puede a veces convertirse en una tarea estresante e incluso abrumadora, si no tomamos medidas que nos permitan preservar nuestra salud, para responder favorablemente a lo que el otro requiere. Estar al pendiente de alguien más puede llevarnos a olvidarnos de nuestras propias necesidades, de no dar espacio a nuestras emociones y no recuperar la energía para continuar con esta labor.
Ser padre, educador o ejercer alguna profesión relacionada con apoyar a otro ser humano, implica vivir situaciones que nos mueven emocionalmente, en ocasiones llevándonos al límite o incluso vernos afectados por importantes niveles de estrés. Algunas señales que podemos detectar para saber si la situación nos está rebasando son las siguientes: sentirnos abrumados, solos, aislados, abandonados por otros, dificultades para poder dormir, cansancio constante, irritarnos fácilmente, incluso perder el interés en actividades que solíamos disfrutar.
Para ser competente en la misión de ver por otra persona, es relevante disponer de recursos para vencer retos, manejar el estrés y mantener un equilibrio en la vida. Lo que necesitamos es algo llamado autocuidado, que comprende acciones para salvaguardar nuestra salud y continuar respondiendo a situaciones de vida que no podemos controlar.
Pautas de autocuidado
- Físico:
- Mantén hábitos de limpieza personal, como ducharte, asearte, cepillarte los dientes, peinarte.
- Cuida tu aspecto, cámbiate la ropa pertinentemente, usa ropa cómoda.
- Date un masaje, esto te ayudará a relajarte y aumentar tu energía.
- Sigue tus rutinas de sueño adecuadamente, será importante para restaurar el equilibrio de tu cuerpo.
- Consume alimentos saludables, mantente hidratado y evita consumir alcohol, tabaco o drogas.
- Haz ejercicio, realiza cualquier tipo de actividad que disfrutes o intenta alguna nueva.
- Busca realizar una actividad creativa, seguir recetas de cocina, cuidar plantas, armar rompecabezas, etc.
- Emocional:
- Toma una pausa para escuchar a tu cuerpo, si requieres descansar, hazlo.
- Reconoce tus sensaciones y sentimientos, esto ayudará a poder entender y descifrar lo que necesitas.
- Acepta tus sentimientos, es normal sentir frustración, agotamiento, irritabilidad, estrés, etc.
- Expresa tus emociones, puedes hablar con alguien de confianza, escribir, dibujar o hacer alguna manualidad que te permita representar el cómo te sientes.
- Date un respiro, si necesitas estar solo un momento, hazlo, aprovecha el espacio para meditar o expresar tus emociones en privado solo recuerda no aislarte por completo de los demás.
Está bien ayudar a otros porque eso habla de una actitud humana valiosa. Nosotros también somos personas y si nos despersonalizamos por cuidar en exceso de alguien más, podemos caer en depresión y no le seremos útil a los demás.