En la actualidad hay una gran diversidad de modelos familiares. Algunos hombres debido a distintas circunstancias que pueden ir desde una separación, divorcio, pérdida de su cónyuge, abandono familiar, entre otros, se ven en la necesidad de asumir lo que llamamos, mono parentalidad, lo que supone que tendrán que afrontar solos la crianza de sus hijos.
Aceptar la nueva situación familiar puede resultar abrumador para cualquiera de las partes involucradas, seas madre o padre, sin embargo, una de las principales críticas de la sociedad está relacionada con la creencia de que los hombres no cuentan con la capacidad para ejercer esta tarea por sí solos, pareciera que, sin la presencia de una figura materna, los hijos están condenados a una vida sin demostraciones de afecto, al mismo tiempo que crecerán sin una buena atención en las diferentes áreas que comprometen su desarrollo.
Utilizar frases como: “papá no sirve para eso” o “papá no lo hace tan bien como lo hace mamá”, puede generar una gran presión para los hombres al momento de ejercer su rol como padres. De igual manera, la maternidad tendría que ser una experiencia que no diferencia género, ya que como padres asumimos la tarea de garantizar las condiciones necesarias para que nuestros hijos puedan crecer y desarrollarse integralmente, independientemente de las circunstancias que nos toque vivir, considerando que este reto puede variar dependiendo de condiciones y habilidades con las que contamos para ello.
El estigma social en el que se desestima al hombre como una persona capaz de criar a sus hijos se vuelve el principal enemigo y una carga, sobre todo por las creencias inherentes al mismo, ya que como seres humanos tenemos la posibilidad de aprender y poner en práctica las habilidades necesarias para una buena crianza.
Acciones que puedes considerar:
- Crea una red de apoyo: formada por personas cercanas y de confianza, incluso servicios de cuidado infantil, la cuál te brinde ayuda emocional y práctica para equilibrar las actividades laborales y de crianza.
- Establece rutinas claras: en cuanto a alimentación, sueño, higiene, actividades físicas, culturales y recreativas, para brindar estructura y consistencia a la vida de tus hijos, al mismo tiempo que apoyas su sentimiento de seguridad y pertenencia a una familia en un hogar que le brinda confort.
- Favorece una comunicación abierta y amorosa: para que tus hijos se sientan escuchados y puedan expresar con confianza sus deseos, necesidades, opiniones y emociones sin temor a ser juzgados.
- Brinda afecto incondicional: para que sepan que son aceptados, independientemente de su comportamiento. El amor que reciben debe de manifestarse como un regalo, no como algo que se tengan que ganar.
- Fomenta el juego: realiza actividades divertidas según sus gustos e intereses como: leer, cantar, hacer una manualidad, dibujar, etc.
- Promueve el aprendizaje: fomenta la lectura y las visitas culturales a museos, exposiciones, conciertos, de esa manera se enriquecerá también su espíritu.
- Realiza prácticas de autocuidado: tanto en el ámbito físico como mental, para ser un ejemplo de vida saludable y cuentes con la energía y actitud necesarias para brindar cuidado a tus hijos.
Somos seres únicos e irrepetibles, establecer una danza diferente para educar a cada uno de nuestros hijos tendrá como pilar respetar y valorar esas diferencias en nosotros como padres y en las características de nuestros hijos. Mantén una apertura al cambio y disfruta de tu paternidad, mientras tus hijos maduran.