Convertirse en padres adoptivos es una vivencia llena de experiencias de dimensiones variadas. Adoptar a un niño no es exclusivamente un asunto legal o un recorrido largo de trámites para tener la patria potestad. El reto más importante es seguir un camino en el que como padres experimentan un carrusel de emociones que no imaginaban, dependiendo de tantas circunstancias como son: el tiempo de espera, el primer encuentro, la preparación para recibir al niño o niña, y algo de gran relevancia, qué será descubrir lo que necesitan hacer para que el niño sea receptivo al amor y cuidado que se le quiere brindar.
Podríamos hacer una analogía entre el embarazo y el proceso de adopción, cuando surgen contratiempos, y se detonan emociones intensas de frustración, impotencia o temor. También se puede vivir incertidumbre constante, en la preparación del hogar para recibir a ese niño o niña y al mismo tiempo experimentar un vacío durante ese tiempo de espera en el que la vida sigue y se realizan acciones cotidianas como si no pasara nada, reconociendo que al mismo tiempo está cambiando todo.
El anhelo de tener un hijo adoptivo por decisión propia puede tener su origen en diferentes ideas o experiencias de índole personal: desde no poder concebir un hijo hasta brindar un hogar a un niño en situación vulnerable, cada persona vivirá un proceso distinto al momento de prepararse y convertirse en padre o madre adoptiva.
Durante el proceso, los futuros padres pueden llegar a sentirse evaluados constantemente, como si tuvieran que pasar un examen en dónde el resultado obtenido definirá una gran decisión de vida, tener la posibilidad o no de criar a un hijo. La llegada de un nuevo integrante a la familia implica también un reajuste dentro del sistema, desde lo más básico como es el espacio físico, preparar el cuarto del hijo, crear un lugar seguro, libre de riesgos o ajustes económicos, hasta preparase uno mismo de manera emocional para llevar a cabo la ardua tarea que implica convertirse en padre o madre.
El punto clave será encontrar aquellas acciones que promuevan una crianza en la que esté presente la aceptación incondicional y la convicción de apoyar el desarrollo de pleno del niño, cubriendo todas sus necesidades, en un ambiente enriquecedor en el que predomine la armonía y el deseo de convivir sin dejar de reconocer la implicación emocional del significado de ser padres.
Algunas pautas para transitar por este proceso:
- Permítete sentir y expresar cualquier sentimiento que surja. Puedes hacerlo con tu pareja o alguna persona cercana y significativa para ti.
- Válida tus miedos e inseguridades en torno a lo que sucede frente a la adopción.
- Sé paciente, recuerda que cada persona vive y acomoda su experiencia en un tiempo y ritmo distinto.
- Mantente fiel a tu decisión de ser padre o madre, ya que el proceso puede durar un tiempo indefinido.
- Ten presente la riqueza que existe en compartir con otro ser humano, todo aquello que le da un sentido a la vida.
Se dice que una persona está lista para adoptar cuando está dispuesta a dar lo que tiene por el bien del niño y no por satisfacer una necesidad personal, jamás deberá ser para llenar un vacío emocional. Ver por el bienestar del niño será de gran importancia para que los padres tengan una adopción exitosa, encaminada hacia el amor.
En la medida en que estés preparado psicológicamente para hacerte cargo de lo que implica ser un padre adoptivo, podrás convertirte en ese adulto amoroso, atento y responsable que el niño necesita. Ser padre o madre es un regalo de la vida que te brindará gran satisfacción a pesar de las dificultades que puedan surgir en el camino.
“Porque la familia no se constituye solamente
por los lazos sanguíneos, sino también por el amor”.
(Anónimo)