La vida actual es cada vez más activa y exige que los padres desplieguen al máximo su capacidad de organización y creatividad para desarrollarse en cada uno de sus ambientes: personal, familiar y laboral. La rutina apresurada de nuestros días, muchas veces afecta la vida de los niños desde muy temprana edad, pues no se toma en cuenta la completa satisfacción de sus necesidades como interés primordial.

El bienestar de nuestros niños es lo más importante y como padres es necesario saber que uno de los factores determinantes de su desarrollo es el sueño, además de ser un momento de completa relajación y descanso necesario para el organismo, es una necesidad biológica básica, durante la cual se repone el desgaste físico corporal y se realiza la más intensa actividad cerebral. “La aparente pasividad del dormir está cargada de experiencias necesarias para el organismo en un sentido integral.” (López, 2012, p. 3).

Cuando el niño duerme maduran sus neuronas y aumentan las conexiones entre ellas, se produce una selección de la información necesaria y se consolidan los aprendizajes adquiridos en sus experiencias del día. También se producen diferentes hormonas, como la del crecimiento, que durante la infancia se encuentra en constante actividad. Asimismo podemos mencionar que el sistema inmune se fortalece durante el sueño, pues crea las defensas que su cuerpo necesita.

Los niños tienen diferentes necesidades cuando de dormir se trata, por ejemplo durante los primeros meses, el bebé duerme aproximadamente 16 horas diarias; alrededor de los 6 meses, 15 horas y a los 12 meses, 14 horas.

Los horarios de sueño, idealmente, se distribuyen la mayor parte del tiempo en el sueño nocturno y algunos lapsos de siesta en el día. Sin embargo establecer ese patrón de sueño es una misión de los padres, pues ellos pueden mostrar con su actitud y actividad la diferencia entre el día y la noche.

Dormir lo suficiente y conseguir un sueño de calidad es una necesidad prioritaria para todo ser humano y en el caso de los niños, es aún más importante.

¿Sabes cómo ayudar a tu hijo a habituarse poco a poco a dormir durante la noche y estar despierto en el día? A continuación te proporcionamos algunas recomendaciones.

¿Qué necesitas?

Brindar a tu hijo un lugar confortable y acogedor para dormir, en el que encuentre objetos de colores claros y poca luz.

Manos a la obra

Durante el día permite que los espacios donde se desenvuelve tu hijo estén bien iluminados y realiza todas aquellas acciones que involucren una mayor actividad, juega con él, cántale, platícale, llévalo a pasear, entre otras.

Conforme se acerque la noche, baja el ritmo de actividad y de estímulos, procura que la luz no sea tan brillante, que las voces y música a su alrededor sean pausadas y no muy estridentes.

Con tu actitud y tus palabras le muestras a tu hijo que el momento de dormir está por llegar. Crea rituales que antecedan la hora del sueño como contar un cuento, arroparlo o estar con él un rato.

Con tu acompañamiento, poco a poco tu hijo irá construyendo su propio ritmo de sueño y adaptándose a dormir más horas durante la noche.

 

 Referencia

López, M. (2012). Sueño y vigilia. En Diplomado en Educación Temprana y Desarrollo Infantil. México: Secretaría de Educación Pública (SEP).