El movimiento es una parte natural del ser humano, esto lo podemos observar desde que una mujer está embarazada y es capaz de comenzar a sentir cómo su bebé se mueve dentro de su vientre desde antes de nacer; siendo también el movimiento por instinto lo primero que hace al llegar al mundo. Así, podemos apreciar cómo mover nuestro cuerpo es parte de la naturaleza que nos caracteriza como seres humanos.
Sin embargo, en la actualidad estamos viviendo en un mundo cada día más regido por la tecnología que facilita y promueve la reducción de movimiento, lo que lleva a que como adultos seamos más sedentarios, sin ser los niños la excepción. Podemos observar cómo las nuevas generaciones nacen en un entorno en el que tienen al alcance de una pantalla un mundo de probabilidades que, a pesar de ser pequeños, comprenden y usan como si fuera lo natural, dejando de lado cada vez más los movimientos que el cuerpo nos regala para poder explorar, conocer y creer.
Nunca tomaremos el control de los juegos de un niño, ni esperaremos que juegue de la manera que imaginamos que debería. Observamos si quiere jugar y, si lo hace, cómo quiere jugar. ¿Qué puede hacer el niño con el juguete y qué quiere hacer con él? Cada niño puede jugar de una forma distinta con el mismo juguete. (Emmi Pikler)
Considerando que moverse libremente es parte de la naturaleza de un bebé, incluso desde antes de nacer, la propuesta para favorecer su desarrollo motriz, emocional; así como su creatividad, es practicar el movimiento libre, dar espacio al autodescubrimiento del niño, pudiendo contemplar de cerca y a través de un acompañamiento amoroso cómo cada día se encamina a una versión del mismo en la que aprende a conocerse y a ser él; formando poco a poco su identidad.
Esta teoría centrada en las necesidades de cada niño, inicialmente propuesta a principios de 1900 en Budapest por la pediatra Emmi Pikler, ésta nace del deseo de evitar que los niños criados en instituciones padecieran de rezagos en el desarrollo debido a la poca movilidad e interacción con adultos significativos que en esas condiciones y en esos momentos tenían la oportunidad de experimentar.
Esta metodología consta de dos pilares para favorecer el desarrollo del niño: la necesidad de un vínculo afectivo, y la necesidad de la autonomía a través de la libertad de movimiento; siempre respetando las características que hacen único y especial a cada niño.
Es así que como adultos, elegimos adoptar la labor de convertirnos en un vehículo facilitador de estos pilares donde damos espacio a cada niño de ser libre y auténtico dentro de ambientes amorosos y contenidos, fungiendo como su acompañante en la exploración y el descubrimiento de sus capacidades.
Para aplicar esta metodología y obtener sus beneficios, podemos:
- Proporcionar ambientes seguros: antes de comenzar, es indispensable asegurarnos de contar con espacios que le permitan al niño ser y estar en un lugar libre de sustancias tóxicas, objetos punzocortantes, o cualquier peligro que pueda atentar contra su salud física.
- Fomentar el juego para descubrir: dedicando actividades cada día en donde el movimiento sea el protagonista. Esto puede ser con juegos sobre tapetes, al aire libre, o incluso con ciertos retos como lugares seguros para escalar, atravesar, arrastrarse y moverse en el espacio.
- Apoyar el uso de la imaginación: a través de cuentos donde permitamos que los niños terminen los finales, con juegos de roles donde crean diferentes historias, y con el uso de preguntas sobre el mudo que les rodea.
- Limitar el uso de la tecnología: evitemos el uso excesivo de dispositivos electrónicos que truncan la libertad para moverse y explorar que acompaña al niño de forma natural desde que nace; evitando así el sedentarismo y las consecuencias en la salud que éste tiene.
Como podemos ver, el movimiento libre es un regalo invaluable que podemos ofrecer a nuestros niños. Al permitirles desplazarse y explorar el mundo que les rodea, les brindamos la oportunidad de desarrollarse de manera integral, construir una buena salud física y emocional, y fomentar su creatividad y autonomía. Recordemos que, al favorecer y promover el movimiento libre, estamos sembrando las semillas para un futuro prometedor y saludable para nuestros niños.
Todo lo que el niño obtenga a través de su propia experiencia le proporcionará un sabor muy diferente de aquél que gana cuando se le dan las respuestas. (Emmi Pikler)