Entre las grandes riquezas de México se encuentran sus tradiciones, tesoros vivos que emanan de las diversas expresiones de nuestros pueblos; valiosas experiencias que se transmiten de una generación a otra y trascienden de lo material a lo intangible a través de un vínculo entre el pasado y el presente, comunicando un sentido de pertenencia e identidad a las personas que conforman una comunidad.
Preservar las tradiciones es una manera de proteger el patrimonio cultural de un pueblo; partiendo desde la visión de la UNESCO (2003) el patrimonio cultural hace referencia a todas aquellas expresiones materiales que representan identidad regional y también las manifestaciones intangibles tales como “[…] tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional. (p. 3).
Es importante cuidar las tradiciones porque significan para los niños recursos importantes que les ayudarán a entrar en contacto con su entorno, conocer su mundo, relacionarse con la cultura en cada una de sus manifestaciones, siendo a su vez un medio para exteriorizar creativamente emociones e ideas por medio de la creación de obras materiales o simbólicas.
Impulsar la exploración y expresión por medio de diversos lenguajes para encontrar aquello que no solo hace únicos a los individuos, sino que los conecta con una colectividad, resulta fundamental en la primera infancia, puesto que lleva a establecer numerosas conexiones: con uno mismo, con los demás, con el contexto y con la cultura. (Cárdenas y Gómez, 2014, p. 15).
Una tradición se mantiene viva gracias a que las generaciones experimentadas transmiten las prácticas culturales a las generaciones nuevas; es decir, los niños reciben la herencia cultural de sus pueblos a través de la convivencia con los adultos, apropiándose así de los modos de vida de su comunidad. Sin embargo, todos estos saberes y construcciones sociales no son estáticos, evolucionan y se enriquecen con sus nuevos miembros. “Cambio y permanencia son dos caras de un mismo fenómeno. Ambos están presentes en nuestras sociedades sin que sean contradictorias.” (UNICEF, 2003, p. 20).
Todos los integrantes de un grupo social tienen una función importante respecto a la transmisión de sus tradiciones, los adultos mayores representan la experiencia y la sabiduría de su pueblo; los adultos jóvenes y padres de familia por su parte tienen la misión de acercar a sus hijos a los usos y costumbres de su grupo y al mismo tiempo mostrarles la existencia de distintas formas de expresión en otras regiones. Leer cuentos o historias, mirar fotografías del pasado o de otros sitios permitirá que los niños adquieran una conciencia de respeto hacia otros modos de vida.
Cuando los niños están inmersos en un contexto rico en tradiciones, tienen la oportunidad de relacionarse con los adultos de una manera única y especial, en algunos lugares escuchar relatos y cantos forma parte de la tradición oral; para los niños no hay regalo más interesante que conocer las voces de su pasado. De esta forma, las acciones que se entretejen alrededor de los actos festivos tradicionales involucran a todos los habitantes de una región en actividades de convivencia, acuerdo y participación colectiva, favoreciendo la construcción de relaciones interpersonales extensas y fuertes entre niños y adultos por igual.
Referencias bibliográficas
- Bonetti, J. y Artagaveytia, L. (2006). Cultura y participación adolescente. Palabras y juegos. Uruguay: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
- Cárdenas, A. y Gómez, C. (Coord.) (2014). El arte en la educación inicial. Bogotá: Rey Naranjo Editores.
- Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (2003) ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial? España: Autor.
- UNESCO, página web recuperada de http://www.unesco.org/new/es/mexico/work-areas/culture/intangible-heritage/