Desde su concepción, los niños requieren establecer un lazo afectivo con las personas significativas de su vida, especialmente con sus padres o cuidadores, pues dependen de ellos para su supervivencia y bienestar.
La familia es el contexto natural en el que los niños aprenden y se desarrollan, pues a partir de las experiencias que éstos vivan dentro de ella, construirán las ideas sobre sí mismos y sobre el mundo, por eso es necesario que padres e hijos logren establecer una relación profunda, íntima y fuerte.
Los niños requieren de personas sensibles que respondan a sus necesidades físicas y emocionales, que actúen de manera coherente, consistente y predecible, con quienes puedan establecer una relación basada en la confianza; adultos que den estructura a su mundo y les permitan reconocer que pueden influir en el mismo; personas que los protejan del estrés externo, les provean un espacio seguro para expresar sus sentimientos y los acepten de manera incondicional.
La calidad del vínculo entre padres e hijos durante los primeros años de vida es un aspecto trascendental para que los niños adquieran herramientas para adaptarse al entorno y enfrentar circunstancias adversas, sientan seguridad y confianza en ellos mismos, se relacionen con otros de forma armónica, participen activamente en su medio y aprovechen las oportunidades que este les presenta.
Si los padres o cuidadores no valoran ni cubren las necesidades físicas o emocionales básicas relacionadas con el bienestar, la estimulación y el afecto de los niños, y éstos son ignorados, rechazados o no tienen la oportunidad de establecer un vínculo estable y constante, creerán que no tienen control sobre lo que les ocurre y crecerán con la sensación de que no pueden confiar en ellos ni en otras personas; esta visión parcial del mundo hará que su forma de relacionarse con los demás sea rígida y poco adaptativa. Algunos de los efectos negativos de la falta de un vínculo seguro pueden ser: problemas de aprendizaje o comportamiento, dificultades para regular las emociones, falta de identidad personal o cultural y problemas de salud.
Cuando los niños se sienten aceptados y amados por sus padres o cuidadores se facilita su educación, porque ellos buscan dar lo mejor de sí mismos, quieren agradar a los adultos, los ven como modelos a seguir y desean aprender de ellos. Es necesario que los padres y cuidadores reconozcan su trascendencia en el presente y el futuro de los niños y asuman un rol activo en la educación de sus hijos, para que éstos cuenten con alguien de quién y con quién aprender.
Es a través de las interacciones significativas con adultos responsables que los niños tendrán la posibilidad de desarrollar al máximo su potencial humano, integrándose como seres únicos en la sociedad.
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