Algunos virus, como el Zika, pueden infectar a las madres durante el embarazo y afectar directamente al desarrollo del feto. Pero hasta hace poco existían pocas pruebas de que infecciones maternas de otro tipo pudieran afectar directamente al bebé. Por eso un grupo de investigadores estadounidenses decidieron abordar el tema.
De acuerdo al estudio publicado en Nature Neuroscience, los primeros estudios para seguir de cerca a las mujeres embarazadas y la salud de sus bebés sugieren que la inflamación causada por infecciones como la gripe puede provocar cambios en el cerebro del niño, y que estos pueden afectar sus capacidades cognitivas más adelante.
Los hallazgos hacen que sea aún más importante que las mujeres embarazadas intenten evitar las infecciones, como vacunarse contra la gripe y practicar medidas básicas de higiene como lavarse las manos, dice Bradley Peterson del Children’s Hospital Los Ángeles y uno de los co-autores del estudio.
Estudios anteriores
Estudios previos habían encontrado que las infecciones maternas también pueden afectar indirectamente a los fetos, al poner a la mujer en un estado de mayor actividad del sistema inmunitario. Por ejemplo, hay evidencia de que existe una mayor tasa de esquizofrenia entre las personas que nacieron poco después de la epidemia mundial de gripe de 1957.
Además, algunos estudios sugieren que la gripe puede aumentar la probabilidad de tener un hijo con esquizofrenia de alrededor del 1% hasta tanto como 7%, y las infecciones también se han relacionado con autismo, trastorno de hiperactividad por déficit de atención y depresión. Pero estos estudios no son concluyentes y ha habido un debate sobre si las infecciones en mujeres embarazadas realmente afectan el cerebro de sus hijos.
Por otro lado, la investigación en animales, incluidos monos, ha demostrado que las infecciones durante el embarazo pueden provocar cambios cerebrales en la descendencia, como la reducción del tamaño de varias partes del cerebro. Inyectar animales con moléculas que el sistema inmunitario usa para comunicarse también puede afectar el cerebro, lo que sugiere que los cambios cerebrales son causados por la inflamación y la respuesta inmune del cuerpo, no por el patógeno en sí mismo.
Interleucina – 6
Para ver si ocurre el mismo efecto en las personas, Damien Fair de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon y sus colegas siguieron a 46 mujeres desde el embarazo hasta la maternidad temprana. Durante el embarazo, midieron los niveles de una molécula de señalización llamada interleucina-6 en la sangre de las mujeres. Esta molécula está involucrada en la respuesta inmune a las infecciones y es un signo de inflamación.
El equipo escaneó los cerebros de los niños poco después de que nacieran y les hizo pruebas. Dos años más tarde, su memoria se evaluó mediante un juego en el que tenían que recordar dónde estaban escondidas los stickers entre las macetas de diferentes colores. El equipo descubrió que los bebés que tuvieron un peor desempeño en la prueba de memoria habían nacido de madres que mostraron signos de inflamación alta durante el embarazo.
Los investigadores también vieron que los cerebros de estos bebés eran diferentes en comparación con aquellos cuyas madres habían tenido menos inflamación cuando se escanearon a las 4 semanas de edad. Tenían diferentes patrones de conexiones entre varias partes del cerebro involucradas en la memoria, incluso en una red que está involucrada en prestar atención a cosas importantes, conocida como la red de relevancia.
Más pruebas son necesarias
Pero los resultados del estudio aun no pueden ser concluyentes. En febrero, el grupo de Peterson informó un estudio similar, en el que siguieron a 21 adolescentes embarazadas y sus bebés.
Aunque también encontraron que una mayor inflamación en el embarazo estuvo relacionada con conexiones cerebrales alteradas en la red de saliencia a las pocas semanas de vida, esto no pareció tener un efecto negativo a largo plazo. Cuando se analizaron los bebes a la edad de 1, estos bebés en realidad tenían mejores habilidades cognitivas que aquellos cuyas madres habían tenido menos inflamación durante el embarazo.
Eso podría deberse a que el cerebro del feto intenta compensar el daño causado por la inflamación de una manera que fortalece algunas habilidades cognitivas, dice Peterson. “Si hay un problema en una parte del sistema, otras partes entran en juego para intentar enderezar la nave”, agrega.
Si bien los resultados contradictorios sobre el rendimiento cognitivo pueden ser difíciles de interpretar, el hecho de que la inflamación parezca conducir a cambios consistentes en los escáneres cerebrales agrega peso a los hallazgos de los estudios de población animal y humana.
Fuente: nmas1.org